jueves, 28 de abril de 2011

Mi relación con los masajes

Sé que muchas personas son fanáticas locas de los masajes, como mis amigos Vivi y Javier, que creo que se hacen todas las semanas masajes y son una gran fuente de rélax para ellos.  En mi caso, siempre vivo idealizando el momento en que me podré hacer un masaje y lo imagino hermoso, con una música de fondo deliciosa, con inciensos de olores agradables y yo ahí postrada con todos los kilos de mi cuerpo, a merced de unas manos desconocidas que me golpetean y amasan las carnes a su antojo y sin ningún pudor.

Por mi cumpleaños en el mes de febrero, mi querida amiga Mónica, conociendo de mi necesidad por encontrar fuentes de relajamiento, me regaló un masaje sueco en Specchi.  No tenía idea que así se llamaba, pero conforme me enteré en la web, es el masaje tradicional para relajar tensiones y aliviar el stress.  Por supuesto hay miles de variedades, el masaje terapéutico, que claramente debe ser si tienes algún problema médico, cosa que de hecho buscaría hacerlo en un lugar recomendado por un doctor y no en un Spa, pero bueno.  Tenemos el masaje con pepitas de uvas, que es uno de tratamiento antiedad, cosa que recién me entero.  Que pena no haberlo leído mejor, porque cuando llegué al Spa el día lunes, la señora me dijo que debería hacerme este masaje en lugar del sueco.  Yo sonreí gentilmente con su sugerencia y le dije que quería hacerme el masaje que la persona que me lo regaló pensó que era el mejor para mi.  No debí ser tan educada!  básicamente me dijo con una bella sonrisa que mi cuerpo decadente necesita con urgencia algo que no lo haga ver tan viejo.  Lo cierto es que no creo que unas pepitas de uvas podrían hacer mucho por mi cuerpo pero en fin...

Así que me fui muy contenta, como comenté líneas arriba, a mi masaje sueco.  La mejor hora, decidimos Tania y yo que aprovecharía en hacerse una limpieza facial, es la 1:30, así que corrimos, comimos, mejor dicho, nos embutimos, una rica ensalada de San Antonio y fuímos a entregarnos al placer del rélax.

Por supuesto yo tenía que regresar a trabajar inmediatamente después del masaje y claro que tenía un montón por hacer!

El hecho es que me recibió esta señorita masajista que tenía una voz de angelito toda ella vestida de blanco, me ordenó quitarme la ropa y apagar el celular y me dio mi bata con mi ropa interior descartable y mis zapatillas también descartables.   Así que obediente me dirigí al cuarto de masajes, donde efectivamente había música de fondo e incienso (o velas???) me lancé con toda mi humanidad en la camilla y me abandoné a sus manos.

Debo confesar que por mucho rato disfruté del bendito masaje, pero repentinamente me empecé a poner tensa porque también me habían quitado el reloj y no sabía si estaba tarde para la oficina.  Pero lo que si me preocupó tremendamente es cuando me empezó a mover los pelos en un masaje a la cabeza, sin tener la mas mínima consideración respecto del estado en que quedaría mi cabeza y el hecho que debía ir de frente para la oficina.

Efectivamente, terminó el masaje, me fui a cambiar y me miré en el espejo y me daba vergüenza ajena.  Parecía que me hubieran esparcido mantequilla Laive en el pelo y que no me lo hubiera lavado por semanas!  No podía aparecerme así por la oficina!  no me quedó otra alternativa que dar un salto a la peluquería al lado del spa y pedir que me laven la cabeza y me cepillen los pelos, llegando por supuesto, 45 minutos tarde a la oficina.

Pero al menos no he pasado por hechos bochornosos como el de mi amiga Vane, cuando escogió su masaje tonificador y vino un hombre gigantesco con unas manos del tamaño de toda su cara y le contorsionó las piernas a niveles insospechados, por supuesto con la ropa interior descartable puesta, que no es que cubra mucho, digno de una porno light.  Y a su esposo Pollo a quien la masajista asignada usaba sostén 40 D, así que imaginarán que el masaje de Pollo no fue solo con las manos de la masajista y consiguió cualquier cosa menos relajarse.  Las de teterecas grandes tenemos nuestras limitaciones y la masajista debería tenerlo claro.

En fin... quizás tuve un breve momento de relax, pero algo, que deben ser nudos de tensión, apretó esta niña-ángel que ahora me duele el cuello y la espalda espantosamente.  Debe ser la falta de costumbre creo yo...

Ahora me falta usar el regalo de Vale y Gus, mi exfoliante con pepitas de maracuyá, que no sé que propiedades tendrá, pero esperaré a crear nuevamente mi fantasía de masaje una vez se me pase este dolor y lo usaré feliz asi salga nuevamente acalambrada.

viernes, 22 de abril de 2011

Mujer al volante...

Sé que muchas mujeres se molestarán conmigo por lo que afirmo.  Comentario machista que siempre escuchamos no? "Mujer al volante, peligro constante..."  Pero con la mano en el corazón, debo afirmar que algo de cierto hay en ello no.  Por lo menos... aplica en mi caso!

Siempre me corrí del volante,  No me interesaba manejar.  Supongo que influyó el hecho de crecer con una mami que no tenía carro, por lo tanto ese bichito que les nace a muchos de adolescentes, cuando sueñan con manejar y al menor descuido tirarse el carro de los papis, nunca me nació.  Mi amiga Tania me contaba de como en Villa con sus amigas, todas quinceañeras, se robaban los carros de los papis, primero para manejar por Villa y luego mas temerarias se iban hasta Lima por un simple helado y por supuesto por lucirse de lo mas cool en un auto!  Nunca viví esas emociones, insisto, por las circunstancias, porque me veo bien fácil trepada en el carro con Tania a los quince años!

El hecho es que llegué a los 18 años y varias amigas mías (me enfocaré en el sector femenino, porque casi el 95% de los chicos aprende a manejar desde los 14!)  ya corrían por sus brevetes.  Las mas afortunadas recibían un auto de segunda, con el que se sentían las dueñas del mundo. 

Ya en los 20 años, por la universidad, encontré mas amigas con autos.  Yo me seguía moviendo en mi combi y en mi bus de la universidad, pero la verdad es que era de lo mas divertido el poder andar en el carro de las amigas.  Recuerdo que la familia de mi amiga Magalita pasaba por la época de las vacas gordas y su papi le regaló un carro del año, era un tercel verde si no me equivoco, hoy nos parece un carro común, pero en ese entonces no habían muchos en Lima, y para mi era como una nave espacial.  De hecho lo veíamos tan llamativo que incluso Magaly, que no era nada ostentosa, lo cuadraba a varias cuadras de la universidad para que no la vieran llegar en ese carrazo porque le daba vergüenza.  Yo no tenía posibilidades ni remotas de poder adquirir un auto, así que bueno andaba feliz en los carros de las amigas, en mis combis, y cuando eventualmente tenía un dinerito extra, podía tomarme un taxi.  Cero ganas de aprender a manejar.

Empecé a trabajar como abogada, pero claro, el sueldito solo me permitía algunos lujos de ropa y zapatos (nunca pude controlar mi pasión por los trapos), pero en absoluto tenía la posibilidad de comprar un auto.  Eran épocas en que los créditos no eran tan frecuentes y de hecho creo que ni calificaba para tarjeta de crédito, menos para un crédito vehicular.  Pero debo confesar que ni siquiera lo pensé.  No se me pasaba por la mente.  No me era una curiosidad.  no sufría por ello.

Cuando entré a trabajar a la empresa en la que todavía sigo trabajando, tenía 26 años.  Creo que hubiera sido un buen momento de tomar las riendas de la independencia en mi vida y aprender a manejar y comprarme un carrito con un crédito.  Hubiera podido ser posible. Pero tampoco fue mi prioridad! me dediqué a viajar con mis amigas! y como lo disfruté!  lo cierto es que tomaba mi taxi para ir a la oficina que no quedaba muy lejos de mi casa, y siempre había alguien que me llevaba por aquí y por allá a las reuniones, fiestas, cines, juergas y demás eventos que pululaban por mi vida.

Conocí a Arturo cuando tenía 29 años y seguía sin aparecerme el bichito de manejar.  Arturo no tenía carro, pero si sabía manejar y al año de estar juntos se compró su primer auto.  Nuevamente tenía quien me llevara por todo lado.  Así que me acomodé bien rápido.

Cuando nos casamos, decidí que había llegado el momento de aprender a manejar.  Me metí al Touring Club, iba puntualmente a todas mis clases teóricas y me tocaban clases de manejo los sábados y domingos en la mañana.  Con mucho temor empecé a aprender los truquitos del manejo, pero un día donde muy segura de mí, practicaba con Arturo por la Av. San Borja, un carro se me cruzó y me asusté me trepé a la vereda, según yo apretaba el freno pero lo cierto es que mi pie estaba debajo del freno, y si no fuera por la rápida intervención de mi esposo, me estrellaba contra un hermoso portón de madera.  Me entró pánico y no quise tocar el auto nunca mas.  Por supuesto las clases se fueron al hoyo y nunca siquiera intenté sacar brevete.  Acepté humildemente que uno tiene sus propias limitaciones y que bueno... esa sería la mía.

Por mucho tiempo don Dimas (quien me conoce bien , de seguro conoce a don Dimas), fue mi movilidad.  Arturo me dejaba en las mañanas en la oficina y don Dimas me traía de vuelta.  El me llevaba a todos los eventos que tenía, por supuesto si no iba con Arturo.  Incluso el manejó el auto con el que fui a la iglesía en la que me casé y luego nos llevó a los novios a la recepción (y dicho sea de paso, se quedó, se tomó hasta el agua del florero y se mandó tremenda bomba), también estuvo con nosotros ayudándonos a recoger las múltiples flores que llegaron a la clínica cuando nació Miranda, igual con Lara y bueno, me ayudaba a llevarlas al pediatra, a llevarlas al santito, todo esto cuando Arturo no estaba disponible, pues sino tenía que hacer de chófer.

Luego la vida se empezó a complicar.  Don Dimas adquirió fama en la oficina y no era solo yo la que lo necesitaba, se lo llevaban de otras empresas a proyectos lejanos que le significaban carreras de mas de 150 soles al día.  Yo no podía competir, ni le podía pedir que dejara de atrapar esas oportunidades que se le presentaban por su buen trabajo y seriedad.  Ni modo.  Andaba enredada, muchas veces sin saber que hacer para movilizar a las hijas y bueno Arturo entre sus turnos, universidad y demás horarios complicados, no podía contar mucho con él en varias ocasiones.  Me pasaba incluso que Arturo se iba de viaje y teniendo el auto parado en el garaje, tenía que tomar taxi porque no sabía usarlo.

Esto no podía continuar.

Dicen que los hijos te dan impulsos en la vida, para ser mejor.  En mi caso en particular, entre miles de muchas cosas mas, mis hijas me han dado el brevete.

Así que Arturo compró un carrito chiquito.  Rosado nacarado.  Por supuesto automático.  Aprender a manejar de vieja tiene sus propias limitaciones.  Para que complicarme con los cambios.  Automático y punto.  El famoso "tururira" como lo bautizó Manuel, fue quien sufrió mi aprendizaje.  Arturo fue mi profesor.  Con mucha devoción (y debo confesar que con muchas ansias de que lo deje en paz y no me tenga que llevar a todo lado!) me enseñaba todas las noches, incluso con un poco de resistencia mía porque me daba mucha flojera.  Pero ahí estuvimos.  Una y otra vez practicando por un parque cerca de la casa, tratando de aprender a estacionarme.  Pero no sé si todas las mujeres, pero en mi caso particular, medir las distancias es tarea muy compleja.  Nunca tenía idea hacia donde debía mover el timón para ir hacia izquierda o derecha, y mi instinto siempre me llevaba al lado equivocado. 

Un día practicaba yendo a la oficina y en el tráfico de Paseo de la República para cruzar Angamos andaba yo despacito, pero Arturo que seguía sin confiar mucho en mi capacidad de medir las distancias, intervino el timón en el mismo instante que un carro de policía que iba al lado nos miró.  Por supuesto sospechó de inmediato de mi, nos paró y terminé en la comisaría, con serias amenazas de que el carro se iba al depósito y me quedaría sancionada un año sin poder sacar brevete.  Con el pesar de mi esposo tuve que hacer uso de mis influencias, llamar a mi abogado externo y el comisario con un guiño de ojo me soltó y me pidió que tuviera cuidado.  Fin de la aventura sin brevete.

Tengo que hacer un reclamo público.  En esta ciudad, no tienes forma de aprender a manejar tranquila.  No hay zonas específicas que te permitan practicar en determinados horarios.  Y me queda clarísimo que la única forma de aprender a manejar es con una práctica constante, pero tienes que meterte al tráfico! pero no te dejan.  Resumen, tienes que aprender a manejar lo mínimo indispensable para sacar el brevete y luego aprenderás brevetada.

Así que empecé a irme sábados en la mañana a hacer mis prácticas en el circuito trucho igualito al del Touring que tienen en Conchán.  Daba mil vueltas por el circuito, me enseñaban todos los trucos para poder estacionar de la manera debida... en fin. 

Di muy suelta de huesos en mi carrito rosado mi primer intento de obtener brevete y me jalaron.  Bueno hubiera sido mucha suerte no?  Seguí dando vueltas en el circuito y después de un tiempito fui por mi segundo intento, con tan mala pata que había salido una disposición que decía que los carros que se tenían que usar para poder dar el examen tenían que tener determinado pesaje y el mío estaba un poquito por debajo, junto con los Ticos.  Así que tuve que alquilar un carrito que nunca había manejado, con el que no me sentía familiar y por supuesto me fue pésimo, por poco y me estaciono encima del hombrecito temerario que andaba con sus banderas indicando por donde ir.  Los nervios se apoderaron de mi, luego el mal humor y me fui indignada a la oficina, pero además lo convertí en un tema tabú, donde ninguno de los chicos en la ofi se atrevían a preguntarme que pasó!

Así que me fui por la trica por primera vez en la vida.  Y me ligó. y saqué brevete sin realmente saber manejar.  Así que aprendí en el camino.

Primero me demoraba muchísimo en llegar a cada lugar porque tenía serias restricciones:  No entraba a la Vía Expresa, hacía rutas mas largas con tal de no ir por zonas donde sabía que eran muy congestionadas, si quedaba atascada detrás de un auto que iba a doblar, me quedaba hasta el siguiente semáforo, porque era incapaz de cambiarme de carril.  Y así muchas cosas.  Supongo que en esas épocas (no muy lejanas) debo haber recibido muchos insultos.

Y ni que decir con el garaje!! primero teníamos al carrito (llamado además de Tururira, Toribianita) en el garaje de mi mami y de verdad es bien complicado ese garaje... un día que no quise molestar a Arturo que había trabajado de madrugada decidí que ya había aprendido a sacar el carrito y lo empecé a sacar del garaje, pero me quedé atracada con la puerta! por supuesto, tremendo chancón y raspón recibió la pobrecita, pero lo peor de todo es que no me daba el cerebro sobre donde debía mover el timón para poder "desatracar el carro", estaba nerviosísima, no quería despertar a Arturo que además me iba a matar por chancar el carro e iba a llegar tarde al nido... en eso un incauto pasaba caminando por la vereda con sus cuadernos en la mano... me acerqué a él y le pregunté... "Sabes manejar?" me contestó sorprendido que sí.  Así que le pedí el favor que me sacara el carro porque no sabía como hacerlo, atiné a sacar a mis hijas del asiento trasero, me quedé con sus cuadernos y en un dos por tres (literalmente, no tardó ni tres segundos), mi carro estaba afuera del garaje listo para partir.  Le agradecí sinceramente, trepé a mis hijas, cerré la puerta y me fui al nido.  Imagínense la historia que habrá contado este chico que nunca mas volveré a ver, a sus amigos.

De esas me pasaban varias.  Cruzaba Reducto por el carril del medio y repentinamente me veía cerrada por los dos lados, no tengo idea como y me quedaba sin carril, atracada sin poder moverme, con riesgo de chocar y de que me choquen... en pánico real. 

Para estacionar, ni que decirlo.  Habían hermosos lugares en los que ni siquiera intentaba cuadrarme.  De hecho ya sabía que me demoraría siglos y tampoco hay que hacer evidente la brutalidad ante tanto público.  El glamour ante todo.  Ojo que esto no ha cambiado mucho.  Sigo con serias limitaciones para estacionarme y estacionarme en mi garaje me tarda sus muy buenos minutos.  Pero al fin y al cabo ya lo logro.

La Toriibianita fue raspada en diversas oportunidades.  Ahora a la distancia me parece de locos que no haya podido cuadrarla en mi garaje con holgura, pues era chiquitita.  Realmente recién entiendo la sonrisa de la cara de Arturo.  También la choqué con un auto doblando una esquina.  Yo no lo vi, bien es cierto, pero él iba a mucha velocidad!

En todo caso, ahora que manejo por todos lados llevando al colegio y regresando de él, he optado por manejar de buen  humor, con música, cantando y bailando.  Haciendo caso omiso de los apurados que tocan bocina por la nada y que quieren sobre pasarme.  Al menos trato que asi sea... porque a veces lo ajos brotan sin pensar...

En fin...me queda claro que si algún día dejo de ser abogada, el oficio de chofer no sería la mejor elección para mi.  No tengo ni la menor posibilidad de manejar una combi o un autobús.  Pero logré pasar a una camioneta Santa Fe.  Digamos que la Toribianita entraba en la maletera!!!  Con todo, ya no choco al cuadrarla, pero está raspadita al lado del copiloto pues el bendito tema de las distancias es muy complejo... la salida es muy estrecha y la curva es medio complicada...

Hace como un mes que ya no la raspo, quizás ha llegado el momento de arreglarla...

martes, 19 de abril de 2011

Un tributo a mi mami

El próximo 27 de junio mi madre cumplirá 80 años de vida.  Suena a muy viejita efectivamente, pero quienes la conocen, se sorprenden de saber que tiene la edad que tiene.  No la aparenta en absoluto.  Claro, ya tiene algunos achaques, básicamente centrados en la artritis que la aqueja desde muy joven y la hipertensión.  Pero si no fuera por esas manitos deformadas por la artritis, no habría forma de que adivinaras su real edad.  Y eso es porque tiene un espíritu envidiable.
Estoy convencida que mi mami se siente joven todavía, por eso es que todavía tengo que lidiar con ella para que no se suba a los bancos a cambiar los focos de luz, amenazándola con que si se rompe la cadera no le voy a empujar la silla de ruedas, por irresponsable.  Que mentira tan grande la mía, la llevaría a todo lado conmigo, pero no se lo puedo decir.
Ella ha sido siempre mi amiga incondicional.  Ha estado siempre a mi lado, acariciándome la cabeza cuando lloraba desconsolada por alguna pena de amor, derramando lágrimas conmigo al verme sufrir sin poder hacer nada por ayudarme.  Ha reído a carcajadas con alguna ocurrencia.  Ha celebrado a mi lado cada triunfo en mi vida, que ella lo sentía tan suyo.  Pero sobre todo me ha infundido fuerza y coraje. Siempre me enseñó a enfrentar los problemas con la cabeza fría, no caer derrotada ni echarme a llorar.  “Los problemas no se resuelven llorando”, me decía siempre, a mi, llorona empedernida.  Y acto seguido, la podía ver llorar a mares viendo una telenovela o una tragedia de noticiero.  Pero nunca con sus problemas.
Mi mami fue maga.  No tengo la menor duda.  Logró que termine el colegio y lo más loable, logró pagarme la universidad completa.  No tengo la menor idea de cómo lo hizo.  Por eso creo que fue maga.  Pero con ese esfuerzo me regaló el mejor presente que uno puede hacer a los hijos, la educación.  Y lo recibí con gratitud y lo aproveché tremendamente.  Creo que eso fue clave en mi crianza.  En darme todo lo que podía, pero siempre haciéndome saber del esfuerzo que le costaba cada cosa.  Para que no creyera simplemente que todo me lo merecía.
Siempre muy firme en corregirme, me acuerdo que mi padrino siempre le decía que me criaba como sargenta.  Pero junto con ello recuerdo claramente los besos y caricias que recibía de niña.
Cuando  estudiaba en la universidad mi mami se convirtió en “la Gallina Azul”, esa que salía en la propaganda de Maggi.  La verdad es que se le veía igualita, con una túnica turquesa que usaba.  Y como gran cocinera que es, nos engreía con la comida.  Todos los amigos de la universidad estoy segura que la recuerdan, porque nos alimentó a todos durante muchas horas de estudio.
Debo confesar que hubo una época en que mi prioridad fueron las fiestas y los amigos, y la dejé relegada un poquito.  Pero ella no se quedó sufriendo en un rincón y me dijo.  Sal todo lo que quieras, pero los domingos almorzamos juntas.  Y tuve esa rutina por muchos años, aprendiendo a dedicarle un tiempito en aquellas épocas de inquietud.
La llegada de mis hijas le dio nuevos bríos.  La vi renacer.  Los ojos que notaba aburridos hacía un tiempo, brillaban de nuevo.  La sonrisa iluminaba su cara.  Tenía otra razón para vivir intensamente: sus nietas.  Y ahora es la mejor amiga de ellas. 
La mamama es un apoyo incondicional.  Está ahí ayudándome en cada momento.  En cada detalle.  Cada vez que pido auxilio no he terminado de hablar y está ahí instalada en mi casa, colaborando con el baño, calentando la comida, revisando que falta para que estén listas para el colegio.  Es un apoyo si tengo que llegar tarde, corre a leer los cuentos.  Los fines de semana mis enanas hacen pijama party con la abuela.  Y se pelean por quien duerme con ella y quien en el sofá cama.  Y es la abuela la que suplanta las escasas habilidades culinarias que poseo.  Es con ella con quien preparan las galletas, los muffins, una torta, los chocolates rellenos.  Es ella las que les da manjar blanco y chocolates un domingo en la mañana y con la que tengo que discutir para que no las atiborre de dulces.  Es ella la que con lo poco que tiene está siempre ahorrando para comprarle un nuevo juguetito a las chicas.
Y pronto cumplirá 80 años… que aunque no se noten pesan.  Y no puedo ni imaginar que en algún momento dejaré de tenerla a mi lado.  Simplemente no me es posible procesarlo.  Porque a pesar de tanto tiempo juntas, la sigo necesitando a mi lado como cuando tenía 5 años.
Y como no me quiero poner triste… celebraremos esos 80 años y haremos una linda fiesta con sus hermanos y amigos, con sus nietos y sobrinos, con la comida que le gusta, con su música criolla, que escuchaba de niña con ella en casa y con hora loca y la quiero ver feliz, muy feliz.
Te amo mamita.

jueves, 14 de abril de 2011

Política, política y mas política... sin alternativa

Estoy realmente preocupada.  Me pongo a pensar en que escribir y simplemente no se me viene ninguna idea a la cabeza.  Se supone que ésta es mi fuente de relax, por lo que me debería liberar de todas estas tensiones políticas que estamos viviendo.  Pero, ¿qué hago si sólo el tema político ronda mi mente? Pues me tendré que rendir a él.
Debo confesar que la única vez que realmente me apasioné en política fue con el Movimiento Libertad, allá por los lejanos 90´s, con Mario Vargas Llosa de líder. Claro, era una chica universitaria, sobreviviendo en los peores momentos de violencia que vivió el Perú y la esperanza de un cambio absorbió mi mente y mi alma.  Soñaba con vivir en un país con paz.  Saqué mi carnet del partido Libertad, coloqué un pin en mi ropa de a diario, me anoté como personera y participé activamente en los procesos y por supuesto, lloré desconsoladamente cuando un señor japonés que nadie conocía trepado en un tractor, con un solo cartel de propaganda colocado en la Av. Javier Prado, que recuerdo claramente, le ganó a un candidato de lujo.  Si hubiera conocido a Arturo en aquella época, jamás hubiéramos llegado a casarnos.  El, según me cuenta, representó a esa minoría (claro desde mi punto de vista, porque al fin y al cabo fue mayoría) que detestó siempre a MVLL y que apoyó al japonesito y que fue criticado una y otra vez en todo círculo social en el que se desenvolvió en aquellas épocas.
La decepción política tan intensa que sufrí me llevó a volcarme al fútbol.  Me aferré al Mundial de Italia 90 de una manera que hubiera sido digna de análisis por un psicoanalista.  Compré un cuaderno, anotaba cada partido, los goles, las tarjetas rojas y amarillas, veía todos y de verdad, todos los partidos que se jugaban.  Fue realmente mi manera de olvidar.
En consecuencia, nunca más me acerqué a ningún movimiento político.  Y el tiempo y los hechos me han hecho vivir sin confiar en ninguno de los candidatos que se han ido presentando a lo largo de estos años.
Debo confesar también que fui parte del 80% que apoyó el autogolpe de Fujimori.  Y que aplaudí la firmeza con la que tomó muchas acciones.  Pero que me decepcionó cuando quiso postular por tercera vez a la presidencia y ni decir del shock que sufrí cuando salieron a la luz los vladivideos.
Y ahora nos encontramos en el dilema Keiko-Ollanta.
Que quede claro que no soy analista política.  Ni siquiera algo cercano a ello.  Precisamente porque mis emociones son muy intensas, entonces todos los políticos me pueden convencer si dicen algo que me parece que sale del corazón.  Siempre encuentro algo de verdad en lo que dicen todos y cada uno de los políticos.  Mentira. No todos y cada uno.  Al tal Humberto Pinazo nunca le entendí una sola palabra cuando salió en el primer debate.  En consecuencia, imposible que me pueda conmover. Tampoco el candidato del chicote, cuyo nombre no he podido recordar por más que me he esforzado.  Pero por ejemplo, pese a que me cae muy mal Castañeda, se me salieron las lágrimas porque su hijo Darío lloró y lo enfocaron en la TV.  También me enternecieron y creo que me dio mucha pena, ver a las chiquitas de Keiko dormidas encima de su mami.  Pero de hecho no me enternece la cara de Nadine y menos Eliane Karp.  Seguro que si salen sus hijas si me enternezco.
Bueno… yo tuve muchas dudas respecto de a quien darle mi voto.  Pensaba y pensaba que sería lo mejor.  Y finalmente me decidí a darle mi voto al candidato que verdaderamente me parecía el mejor y sin ser una fanática, me vestí de fucsia el domingo pasado y coloqué un aspa sobre el mapa.
Los resultados eran para mí, previsibles.  Ya se perfilaban desde hacía varios días.  Las encuestas que pasaban caletas por correo electrónico lo confirmaban.  Y me fui haciendo a la idea y esta vez no lloré ni sufrí con los resultados del domingo.
Mis reflexiones sobre el particular son claras.  Hay un grueso de la población que no siente en carne propia el indudable vuelco que el país ha dado en estos últimos años.  Pero tampoco podemos pensar que después de más de 50 años de atraso, todos los temas se pueden resolver en 10 años.  Desde mi punto de vista es lógico que se priorice la estabilización de la economía porque ello es lo que permitirá que el país camine para luego enfocarse (y por supuesto que eso es clave en este periodo) en la inclusión social y por supuesto, en la educación.
Es de locos ver las pasiones que se están desatando con este tema en el Facebook.  La gente está muy agresiva e intolerante y creo que eso no nos lleva a ningún lado.  Tenemos que respetar la forma de pensar de cada uno.  No todos podemos pensar igual.
Pero debo confesar que no soporto que ahora algunos políticos consideren que Humala no es tan mala opción, después de que le dieron calificativos terribles durante la campaña.  Tampoco soporto los nocivos comentarios de Mario Vargas Llosa, a quien admiro de escritor, pero hace mucho no lo admiro como político.
Por lo que a mí respecta y con todos los reparos que ello supone en mucha gente, he decidido vestirme de naranja.  Básicamente porque Humala representa una opción con la que no hay ninguna posibilidad que me identifique.  Porqué no quiero que el país retroceda.  Porqué no conservo en mi alma odios extremos y creo que Keiko buscará reivindicar su apellido así como en buena cuenta lo ha hecho Alan García. Porque si agradezco a Fujimori que hoy pueda vivir en un país sin Sendero Luminoso.  Porque estamos en un contexto distinto, donde cualquier acto extremo no será aceptado.  Y porque estoy decidida a protestar airadamente y no mantenerme de espectadora, como normalmente lo soy, si el próximo presidente, sea quien sea, toma medidas totalitarias, extremas y antidemocráticas.
Me interesa mucho que mis hijas crezcan sin los temores con los que yo crecí.  Que cuando tengan que salir solas a tomar una combi para irse a la universidad, no les tenga que decir que no se coloquen en paraderos cerca a bancos, porque pueden tirar una bomba y es peligroso.  Porque no quiero que tengan que correr asustadas de noche y entre humo porque cuando estaba comprando tranquilamente mis útiles escolares en Oeschle tiraron una bomba en la Municipalidad de Miraflores.  Porque no quiero poner una X de tape en sus ventanas para que no vuelen los vidrios.  Porque no quiero que tengan que estudiar con velas y bañarse con baldes de agua guardados de varios días.  Porque no quiero tener una ruma de pilas para poder poner la radio después de una bomba en una torre. Porque no quiero pasear para mirar como quedó Canaval y Moreyra con Rivera Navarrete después de tremenda bomba y mirar las rumas de vidrio en el piso y los forados en la pista.  Porque no quiero que tengan miedo de viajar y conocer su Perú.  Porque no quiero verme en la disyuntiva de dejarlas ir o no a su viaje de Promoción ya que se volaron el tren a Machu Picchu.
Quiero darles un país seguro, con paz.
Hoy el camino se ve tortuoso.  Tengo claro por donde no quiero ir.  No sé que espero del otro pero es el camino que he decidido tomar.  Así que votaré por Keiko y ojalá que no me equivoque.  Y  a los amigos en contra, respeten mi decisión.


sábado, 9 de abril de 2011

Lara Presidente

Mi hija Lara ha decidido ser Presidente. Hoy ha tomado muchas decisiones sobre su futura candidatura.  La única que tenía tomada hasta el momento era como sonreiría en sus letreros de propaganda que pondría en todas las avenidas.  Pero hoy que me preguntó que tenía que hacer de Presidente, le expliqué que tenía que trabajar en su Plan de Gobierno.

Entonces empezamos a pensar juntas como sería su Plan de Gobierno.  Le pregunté, ¿qué vas a hacer con todos los ladrones que hay en la ciudad? y me dijo muy firmemente que los va a meter a todos a la cárcel.  Luego le pregunté que iba a hacer por los niños pobres, me respondió que les daría de comer.  Le preguntamos que con qué país firmaría un TLC.  Entonces me dijo, ¿qué es eso?  le expliqué que se pone de acuerdo con algún país que le guste para poder vender y comprar cositas libremente entre los dos países.  Entonces me dijo que a ella le gusta mucho Punta Cana así que va a firmar un TLC con la ciudad de Punta Cana.  También quiere que hayan muchas casas de Barbie y puedan entrar todos libremente.  A los hombres de campo les va a comprar sus verduras.  Le sugerí que usara las verduras para darles de comer a los niños pobres y ella me dijo que no, que las verduras las tienen que comprar y vender y darle monedas a los señores que las cultivan.  Está muy bien mi hija no será demagoga.   Luego le preguntamos que qué haría con los enfermos.  Dijo que iba a curar a todos. 

Pero cuando le preguntamos que haría por los viejitos se quedó pensativa y dijo que le pedíamos muchas cosas para hacer, que mejor ya no sería presidente sino que sería congresista.  La tiene clara, ya saben que no trabajan mucho! jajaja

Bueno, Lara ha decidido que su partido político se llamará Africa y que su símbolo será un chupete rojo y blanco como la bandera del Perú y que ella será la congresista con el número 18.

Todos hemos decidido votar por ella. 

Que Dios nos ampare mañana cuando estemos frente a las urnas.  Pensemos que nuestra decisión es la que marcará el futuro de niñas como las mías y las tuyas.

Buena suerte.

viernes, 1 de abril de 2011

Las elecciones y los niños

Es imposible que con tanto cartel por toda la ciudad, los niños se mantengan ajenos al fenómeno de las elecciones.  Lo vi a propósito de las elecciones municipales, donde mis hijas se preocupaban preguntando si votábamos por Susana o por Lourdes, eligiendo por quien votarían ellas, para luego preguntarnos que es un Alcalde.  De hecho, les tuve que explicar la diferencia entre lo que hacía el Alcalde de Lima y el Alcalde distrital, empezando por explicarles la diferencia entre distrito y ciudad.  Agotador.  la verdad no sé si me habrán entendido.  Pero Miranda estaba muy molesta conmigo porque confesé conocer a un candidato a la Alcaldía de Miraflores, lo que automáticamente califica para ellas como mi amigo, y luego me decidí a votar por otro.  No podían entender como no había votado por "mi amigo".

Pero ahora con las elecciones presidenciales la cosa está mas candente.  Su curiosidad política es una delicia. Saben que el Presidente es una persona muy importante para el país.  Mis hijas dicen que és el que ordena el pais y todos deben obedecerle (estarían muy bien en Venezuela! jajajaja!) y no entienden porque hay tantos candidatos.  Por supuesto ya tienen claros los nombres de todos los candidatos y ven todas las propagandas de la tele y preguntan quien está hablando cuando escuchan la radio.
Todo el camino al colegio nos la pasamos recitando los carteles y eligen quienes les gustan y quienes no.  Por ejemplo es absoluto objeto de burla el tal Julio Gagó que postula a Congresista, con sus carteles tamaño natural en toda la Av. Benavides.  Las chicas se matan de risa, porque ya lo vimos sin cabeza, tirado en el jardín central de la Benavides, inclinado como para tapar un penal, con la cara pintada de negro, uno con short porque le cortaron las piernas y otro sin pantalón porque sacaron esa parte de la gigantografía.  Si supiera Gagó que es diario objeto de burla de 4 niños de entre 4 y 6 años!!!

Lara decidió el otro día con mucha firmeza que no le gusta la sonrisa de Lucho Castañeda en los carteles.  Miren que niña tan perspicaz. Así que no piensa votar por él. Ella dice que va a votar por Keiko (siempre le gusta dar la contra y ésta vez se pegó a su papi), le gusta el cartel donde está molesta con el brazo en alto.  Pero a Cristóbal que va en el pool con nosotros, le preocupa que se llame Keiko si es mujer, debería llamarse Keika.

El otro día Lara me preguntó si era verdad que el papá de Keiko se volvió malo y lo metieron a la cárcel.  Dios mío.  Esa explicación si que me costó muchísimo.

Miranda va a votar por PPK, porque sigue a la mami, porque le gusta el PPKuy, y también los polos fucsias, pero Lara dice que cuando ellas estén grandes PPK estará muerto.

Y también me preguntan que son los congresistas y yo evito comentarle lo de la Robaluz, el Comprapan, el Comepollo y el Mataperro.  Lara dice que Luciana León es la candidata mas bonita.

Finalmente, con todo este alboroto político, la verdad es una maravilla escuchar a los niños conversar de política y discutir sus preferencias.  Y Lara ha decidido que de grande va a ser Presidente y hasta tiene ensayado como va a salir en los cárteles.  Y lo mejor de todo es que Miranda va a votar por ella!

Ojalá no les tenga que explicar porque estoy tan asustada en la segunda vuelta...

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