lunes, 25 de julio de 2011

Perfiles e Historias: La señorita Carmen

NOTA: Este post lo escribí el viernes atrapada en el tráfico infernal de la Avenida Ramiro Prialé tratando de llegar a Los Cóndores.  Con ello se me ocurrió hacer de cuando en cuando posts sobre Perfiles e Historias, es decir, personajes que de alguna manera pasaron por mi vida y que me traen diferentes recuerdos.  El primero sería el que escribí hace unas semanas titulado "Ese Loco de la Lavandería", donde contaba la historia de Hugo, un loquito que se paraba en la puerta de la lavandería de mi mami.  Aquí otra historia para compartir.  Espero la disfruten.
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Considerando que crecí sola con mi mami y que los recursos eran administrados mágica y eficientemente por ella, una forma por la cual se generaba un ingreso extra era mediante el alquiler de una gran habitación con baño que teníamos en la terraza de nuestro departamento.  Es así como recuerdo en mi tierna infancia la existencia de un personaje por decir lo menos "atípico" viviendo en mi casa.  Era la señorita Carmen.

Escuchaba sus llaves sonar, la campanita de la puerta de la sala tintineando y el claro pisar de sus tacos atravesando la sala, comedor, cocina, patio hasta alcanzar las escaleras que la llevaban a su dormitorio.  Era un ritual diario.  Llegaba la mayoría de las veces a la misma hora.  También la veía salir temprano por la mañana a la misma hora cargando unos floreritos con flores hechas de cera que ella misma trabajaba y que, según me enteré, eran su forma de subsistencia pues las vendía por el Centro de Lima.

Lo cierto es que todas las noches cuando llegaba a casa escuchábamos unos minutos después un zapateo constante.  No era aficionada al baile, lo teníamos claro, y nunca la vimos entrar con una visita.  Pero la señorita Carmen sostenía intensas conversaciones con alguien.  Un ser imaginario que sólo ella podía ver y que era capaz de despertar su furia y su tristeza, que motivaba discusiones airadas, improperios e insultos y en varios casos desencadenaba en un ataque de llanto.

Fue así como descubrimos que la señorita Carmen padecía de esquizofrenia.  Dicho en otras palabras... era loquita.

Algunas veces los amigos del barrio la veían bajar las escaleras del edificio ensimismada  alentando a Escocia en algún campeonato que no se de que sería.  También tuvimos ocasión de cruzarnos con ella por el Centro de Lima sin que ella percibiera nuestra presencia, conversando con sabe Dios quien.

Lo cierto es que nunca me produjo ningún temor.  Era educada y amistosa.  Nos regalaba en Navidad las flores de cera que hacía.  Sin embargo más de una vez mi mami tuvo que subir a tocarle la puerta de su habitación para que bajara la voz o dejara de zapatear, enmudeciendo ella de inmediato, pero solo por breves momentos.

Su hermana venía mensualmente muy puntual a pagar el alquiler de su cuarto.  La señorita Carmen no quería ver a su hermana.  No sé quien pensaba que pagaba su residencia en casa, pero ella, que provenía de una acomodada familia arequipeña, era muy distinguida.  Nunca aceptó entrar por la cocina en lugar de la sala.  Ello ocasionó en una oportunidad que dejara abierta la puerta del comedor y que en nuestra ausencia, Pinky, mi perro chusco de aquella época (que no era rosado no sé porque el nombre) junto con los 3 pollitos que me había ganado en una kermesse, engulleran el helecho que con tanto cariño cuidaba mi mami (lo que dicho sea de paso motivó la deportación de Pinky y los pollitos).

Finalmente un día mi mami decidió que la señorita Carmen tenía que irse.  Había aumentado la intensidad de sus discusiones y mi mami consideró que era una gran responsabilidad tenerla en casa.  Costó que su hermana aceptara la decisión de mi mami pero finalmente entendió y preparó su mudanza.  No sería fácil.  No iba a salir pacientemente con su maleta.  Vendrían enfermeros con camisa de fuerza y calmantes para llevársela.  Mi mami prefirió que yo no estuviera presente y se planeó su salida una mañana mientras yo me encontraba en el colegio.  Mi tía Hilda, la hermana de mi mami con personalidad más fuerte, vino a casa a ayudarla.  Cuando regresé del cole... ella ya no estaba.

Entrar al caos de su dormitorio fue una experiencia chocante.  La recuerdo como si hubiera sucedido ayer.  La señorita Carmen nunca había limpiado la habitación y su mesa acumulaba uno sobre otro cubierto con capas de papel periódico, vasos y tazas con restos de café con leche y platos sucios.  Por supuesto las cucarachas habían hecho de dicho cuarto su hábitat y pululaban como Pedro en su casa.  No sé si de ahí me viene la fobia.  Fue impresionante ver reflejado el caos de su mente en el caso de su habitación.

Supimos por su hermana que la llevaron a una casa de reposo donde era atendida debidamente.  También nos enteramos años más tarde que había muerto.


jueves, 21 de julio de 2011

Paseo a Paracas

Acabo de regresar de unas cortas vacaciones en Paracas.  Fuimos a conocer el Doubletree Hilton y les digo que realmente un lugar recomendable.  El hotel además de contar con muy buena infraestructura, tiene un servicio de primera, hacía mucho que no encontraba tanta gente amable junta.  La comida buena pero realmente no me parece lo relevante.  No me pareció nada extraordinario. Pero el relax absoluto que tuvimos simplemente no tiene precio. 

Elegimos la habitación con vista al jardín porque nos salía mas barata que la que tenía vista al mar, pero el hecho es que se veía perfectamente el mar desde ella!  Tomar un whiskicito sentada en la terraza mirando el atardecer, con un silencio delicioso, leer un libro con la mente concentrada únicamente en el mismo, pasar por el spa por un masaje o un facial.  Simplemente maravilloso.

Realmente elegimos bien donde ibamos, porque teníamos ganas de estar muy relajados sin necesidad de saltar de un lado a otro; también buscábamos solcito.  Conseguimos el propósito totalmente.  Mis enanas no pudieron estar mas felices.  Este hotel tiene un servicio llamado el Club de Paco, donde básicamente organizan actividades divertidas para los niños de 3 a 12 años.  Así que ellas salían corriendo en los horarios de las actividades y eso nos daba el espacio para poder tener completa paz.

Es importante mencionar también que disfrutamos de muy buena compañia.  Mi amigo Manuelito y familia grandes compañeros de viaje! Miranda, Lara y Tizziana estuvieron juntas muy contentas y Manuelito bebé nos deleitó con su geniecillo gritando "mallo!" a quien no hiciera lo que él creía que se debía hacer.  Una delicia.

Hicimos también pequeños paseitos.  Fuimos a conocer el museo de la Reserva y recién ahí me enteré (un poco despistada) que con el terremoto de Pisco se destruyó el Museo de Sitio y hasta ahora no lo reponen.  Este museo que fuímos está dedicado a la biodiversidad y no a la Cultura Paracas.  Es urgente que pongan de pie nuevamente al Museo de la Cultura Paracas.  Aprovechamos de ir a ver a los flamencos o parihuanas que todavía se pueden contemplar en la orilla del mar y por supuesto fuimos a las Islas Ballestas.  Mis hijas disfrutaron muchísimo desde el hecho de pasear en una lancha hasta por supuesto, la visión de esta cantidad de aves en las islas, delfines, pingüinos de Humboldt y algunos lobos marinos retozando en las rocas.

Verdaderamente estos viajecitos por el Perú son muy gratificantes.  El poder encontrar este paraíso a escasas tres horas de Lima es realmente una suerte. Y poder enseñarles a mis hijas a querer cada vez mas a su país y a los diversos espacios que nos proporciona es algo importante para nosotros.

Hemos prometido volver... especialmente porque mi Larita salió llorando a mares de la pena, porque quería quedarse mas días!

domingo, 10 de julio de 2011

Ese loco de la lavandería

No sé si recuerdan las lavanderías Vaporito.  Esa cadena de lavanderías que tenía a un fantasmita (en realidad un vapor que adoptó cierto cuerpecito) como logo.  Pues les cuento que eran de mi padre.  Desgraciadamente se mantuvieron en pie muy poco tiempo después de su muerte.  Pero por ahí no va la historia. 
El hecho es que mi mami tenía una sucursal de la lavandería en Chorrillos, en una avenida principal cuyo nombre no recuerdo.  Una tiendita chiquita muy a la antigua, pintada de verde, con un mostrador de madera donde recibías la ropa sucia y la tenías que marcar, como hasta ahora se hace, con un papelito con código engrampado, para luego lanzarla debajo del mostrador, hasta que viniera la camioneta del recojo para llevarla a la central de la lavandería.  Juanita atendía la tienda, desde que tengo recuerdos de ella, hasta que mi mami decidió entregarle el negocio en pago de sus beneficios sociales.
Iba poco yo a la tiendita, Juanita iba a mi casa a rendirle las cuentas a mi mami, y las veía con un pioner guinda pequeño, que de seguro mi mami todavía guarda, sumando y restando lo ingresado y lo pagado en la semana.
Pero alguna vez tuve que acompañar a mi mami a la tiendita, no recuerdo porque motivo y grande fue mi sorpresa al descubrir que aquella tiendita no era sólo un lugar donde podía jugar sino que además podía contemplar, con un poco de temor, a un curioso personaje que asumía día a día el rol de vigilante de la tienda.
Se llamaba Hugo y era loquito.  No decía nada.  Llegaba vestido igual.  Lo recuerdo muy abrigado, con un saco oscuro en cuyo bolsillo se dejaban ver una generosa cantidad de lapiceros.  Parece que tenía la manía de coleccionar lapiceros.  No sé donde los encontraba.  No sé si pintaban o no.  Pero tenía muchos.  También recuerdo que llevaba una chalina en el cuello.
Me daba un poco de miedo.  De puro prejuiciosa por supuesto, porque Hugo miraba al frente y cuidaba sus lapiceros.  Nunca me miró, nunca me dijo nada.  ¿Qué será de él?

jueves, 7 de julio de 2011

A bajar de peso...

Me dieron el resultado de mi chequeo médico preventivo y tengo una buena noticia y una mala noticia.  La buena noticia es que no me voy a morir por el momento y la mala noticia es que tengo la hemoglobina en 8.3 y el colesterol en 207.  Es decir anemia + colesterol ligeramente elevado.  Felizmente ya había empezado mi dieta y por tanto estoy comiendo mas sano, sino no quiero imaginar que me hubieran dicho.  Tampoco me hizo mucha gracia que digan "el tejido adiposo se distribuye...", eso que llegué con 4 kilos menos!

Pues efectivamente, a pesar de que al inicio de este blog dije con mucho orgullo que era gordita, lo cierto es que tengo que dejar de serlo, no solo por salud, sino porque también me vienen mis bajones, sobre todo cuando contemplo fotos de algún acontecimiento y a diferencia de la negación que se produce cuando estoy frente al espejo y me digo: Estoy gordita pero tampoco taaantoooo...  frente a las fotos no me queda sino aceptar que en algunos casos parezco una chapana y en otros un tamal mal envuelto.  Así que esto no puede continuar.

Muy consciente como me encuentro en este momento, he regresado ya hace un tiempito al abrigo de mi nutricionista que viene a mi oficina, me pesa aquí, me da los índices de grasa, me pellizca los rollos y me da mi dieta para dos semanas explicándome pacientemente que debo comer y que no.  Gaby (mi nutricionista) tiene claro que conmigo no funciona eso de almorzar un pedazo de pollo hervido y tres lechugas, porque la dieta no duraría mas de una semana, por lo que me da dietas variadas aunque ello signifique que baje lentamente.

Las primeras semanas bajé un poco mas, pero esto si ha sido un exceso... esta vez bajé solo 100 gramos!!! ya me río de mi misma! pero que pretendía cuando en estas últimas semanas he estado llena de eventos sociales que incluían almuerzos y comidas y mas allá de no comer el postre, no he estado básicamente muy aplicada.

Como parte del proceso, además, mis amigas Liz y Anita se pusieron a dieta conmigo.  La idea era competir entre las tres y de esa forma motivarnos a bajar de peso, pero aquí públicamente debo manifestar que mis dos compañeras de dietas son PESIMAS.  No me sirven de ayuda para nada, porque cada cual se anda saliendo de la dieta un día no y dos sí.  Cuando se trata de comida son más fáciles que Susy Díaz.  Así que mi proyecto de ayuda mutua ha fracasado estrenduosamente. 

Pero pienso continuar con esta vaina... comiendo siempre leyendo un papel que me dice que sí y que no, poniéndome de mal humor, porque eso es inevitable, y comiendo grandes cantidades de ajonjolí que según Gaby ayuda con el tema de la ansiedad... creo que tendré que aumentar la dosis...

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