martes, 15 de enero de 2013

Navidades en Los Angeles

Por primera vez en toda mi vida pasé la Navidad fuera del Perú.  Ya lo había hecho antes para Año Nuevo, pero nunca para la Navidad.

Como iniciativa de mi esposo, hace varios meses atrás planeamos ir a California, a Los Angeles, a casa de mi sobrina, para pasar las fiestas con ellos y con mi tía Lula.  Como la decisión la tomamos con mucha anticipación, fue mucha la expectativa por ambos lados, hasta que el día llegó y pudimos estar disfrutando de la compañía de gente a la que quiero muchísimo.

Fueron distintas estas fiestas y tomé nota e incluso puse en facebook, algunas diferencias que pudimos notar en relación con las costumbres de la Navidad en casa en Perú.

Mi sobrina se había preparado mucho y había organizado una linda fiesta en la que participarían además de nosotros, su familia política, su familia por parte de madre y algunos amigos.  Había colocado un toldo en el patio (aunque me insistieron que el término correcto era tent o sea carpa), mesas vestidas, arreglos de mesa hechos por ella.  En fin, todo súper bonito.

La invitación era a las 7 p.m.  ya de por si me sonaba muy temprano, considerando que en una cena navideña dificilmente alguien llega antes de las 10 p.m.  Pero aquí la cosa aún fue mas compleja.  La gente no llega dos horas después de la invitación sino mas bien dos horas antes.  Así que eran las 5 p.m. (hora en la que ya oscurecía en Los Angeles) y llegaban algunos invitados y nosotros con la mala traza sin habernos cambiado.  A las 7 p.m. estaban absolutamente todos los invitados en casa.

También la fiesta implicaba que cada invitado venía con un plato a servir. Mi tía Lula, como buena peruana, se había ofrecido a llevar pavo.  Pero a diferencia de nosotros el pavo no es el rey de la mesa, como si lo es allá en Acción de Gracias.  El pavo es uno mas del montón, así que llega partido y en fuente y no guapo, bien dorado y decorado con cerezas, piñas, guindones y perejil fresco.  Así la cena tenía una variedad de platos que iban desde tamales mexicanos, enchiladas de pollo, arroz chaufa, carne tipo roast beef, ensalada, beans casserole (que se trata de unas vainitas al horno con onion rings encima), puré gravy y macarroni n´cheese al horno.   Distinto, pero rico y divertido.  No hubo panetón ni chocolate caliente para después, pese a hacer frío.  Hubiera sido como la primera vez en que el chocolate caliente en Navidad tenía algún sentido.  En todo caso, mi sobrina lo preparó al día siguiente para el desayuno.

Tampoco sentíamos bulla de explosiones pirotécnicas en ningún lado.  Por el contrario, prácticamente no había bulla y lo que si veías son todas las casas del barrio muy bien decoradas con luces de colores.

Otra gran diferencia que encontramos fue que no había champagne, pese a tener un muy surtido bar.  Vino, Sangría, Tequila, Whisky, pero no Champagne.  Por tanto, no había un momento especial de brindis integrador ni nada parecido.   De hecho, nadie tenía la expectativa de que llegaran las doce y nos diéramos un abrazo de Feliz Navidad.  Por el contrario, la mayor parte de los invitados se fue antes de las 12 y los que se quedaron no estuvieron precisamente a la espera del minuto del saludo.  Nosotros aquí tenemos a las 12 de la noche del día 24 como el momento especial.  Lo esperamos con ansias para abrazarnos y desearnos Feliz Navidad, no entregamos los regalos antes de ese momento y a veces hasta hemos esperado para cenar después!

Si tenían un árbol de Navidad repleto de regalos y recibimos la sorpresa de un Papa Noel y un duende que nos visitaron y empezó a entregar regalos, aunque con un poco de desorden, por tanto tampoco se volvió el momento crucial.  Aunque debo decir que fue muy gracioso ver a Contreras Papanoelizado.

Finalmente, terminó la Fiesta Navideña y nos fuimos a descansar.  Al día siguiente no quedaron las típicas sobras de la cena (creo que comimos mucho todos) así que decidimos salir a almorzar fuera.  Nos costó elegir donde porque la mayoría de lugares estaba cerrado el 25, pero optamos por Downtown Disney que si estaba lleno de gente.

Pero si debo decir que el ambiente navideño se veía por toda la ciudad desde que llegamos.  Era frecuente cruzarte con un perro al que le habían puesto la nariz de Rodolfo el Reno y sus cuernos.  También vimos carros con la nariz y cuernos de Rodolfo.  Te cruzabas con gente común y corriente que tenían el gorro de Papa Noel como parte de su vestimenta.  Un gran Papa Noel al pie de un árbol para tomarse fotos con los niños.  Y al parecer una fiesta de Papa Noeles con muchos retos cerca de la zona de Huntington Beach, donde veiamos chicas y chicos disfrazados subiendo por una escalera.


Lindas Fiestas Navideñas con recuerdos imborrables, especialmente por el cariño, afecto y hospitalidad de la familia en el extranjero.  No la olvidaremos nunca y menos aún llo olvidarán las niñas.



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