domingo, 26 de junio de 2011

Cucarachofobia

Quien me conoce bien debe tener muy claro este aspecto de mi vida.  Soy Cucarachofóbica.  Ya sé que el término científico correcto es Aracnofobia y abarca a toda clase de insectos, sin embargo prefiero ser específica porque con las arañas puedo convivir pero las cucarachas son repugnantes seres que no puedo ni mirar vivos o muertos, de cerca o de lejos.

No crean que exagero.  Siento que con los años este pánico irracional se me ha exacerbado, a tal nivel que Arturo sugiere que lo trate con un psicólogo, pero vamos, salvo que alguien me pueda decir que atrás de esta fobia a las cucarachas se encuentra un problema serio que lo cubro con este pánico, no le veo ningún sentido a pagar por una terapia para hacer amistad con esos bichos repugnantes.

No los puedo ver.  Esto es muy serio.  Queda claro que no los puedo ver en persona, pero tampoco puedo verlos en la televisión, ni siquiera en las propagandas de cucarachicidas.  No puedo verlos dibujados.  Soy incapaz de comprar por mi misma un insecticida que tenga dibujada una cucaracha en él.  Esa parte del anaquel en Wong la paso mirando de reojo. 
No puedo verlas en animalitos de jebe.  Un día mis hijas aparecieron con una serie de productos que habían cogido de una piñata en un santo, y algún iluminado que claramente he bloqueado de mi mente, se le ocurrió meter en la piñata cucarachas de jebe.  Que juguete para mas mounstroso y desagradable.  Casi me muero cuando mis hijas me lo enseñaron!  Por supuesto que les dije que no había ninguna posibilidad de que ese juguetito formara parte de las canastas de juguetes al lado de preciosas barbies y polly pockets.  No querían botarlo!  después de explicarles con mucha paciencia (y con el bicho lejos de mi) que simplemente la mami podía morir si arreglando los juguetes me encontraba con esa cosa, optaron por guardarla donde la mamama, en algún lugar seguro donde yo no tenga que meter la mano.

Por supuesto sufro mucho en verano cuando estas asquerosidades deciden pasearse por las calles.  Han frustrado mis supuestas maravillosas caminatas por Miraflores para ir a cualquier lado.  Camino absolutamente tensa y he optado por no mirar al piso directamente porque me da una ansiedad terrible.  Cuando voy con Arturo me agarro de su brazo como ciega con lazarillo y él me dirige y si  ve asomarse un bicho me agarra fuerte del brazo y me lleva para un lado mientras yo pego de gritos porque ya sé que hay una por ahí aunque no la vea.  Esta manera de pasear la hemos ido perfeccionando año a año.  De hecho, al poco tiempo que nos mudamos a Miraflores, salimos a caminar y cuando regresábamos, estábamos a escasos metros de la puerta del edificio y Arturo me dijo "Cuidado!"  craso error... empecé a pegar de brincos como si estuviera en plena performance de un baile bolchevique hasta que entré al edificio mientras escuchaba las carcajadas de Arturo que me decía que en plenos brincos había aplastado una.  De tan solo pensarlo me dio un ataque de llanto, me quité las zapatillas que traía y las dejé en la puerta del edificio (nunca mas las usé por supuesto) y me metí al ascensor llorando.  Arturo estaba retorcido de la risa.

También me pasó que vi una cucaracha mientras caminaba y salí corriendo sin mirar hacia la pista y me detuve en seco porque Arturo gritó "PARA!" justo a tiempo para que no me atropelle un tranquilo chofer que pasaba por ahí casualmente.

Por esta razón le tengo pánico a los depósitos, a las cajas guardadas tanto tiempo, a los sótanos, a las bolsas de basura tiradas por la calle, es decir, a todo aquello que de alguna manera signifique un hábitat agradable para esos bichos. 

No soporté la película Wally porque me parecia inaudito (aunque tiene mucha lógica) que tuviera una cucaracha como compañera de aventura.  Por supuesto hubo alguna vez hace miles de años una película de un tipo que tenía su cuarto lleno de cucarachas y eran sus amigas, comprenderán que no pude ver ni un segundo de la película porque podia vomitar!  y en esta linda película llamanda Encantada, mis hijas me tapaban los ojos cuando las cucarachas entran al departamento a ayudarlas a limpiar.

Bueno, no lo puedo controlar, imagínense que de tanto hablar de estos bichos siento que me pica todo el cuerpo y estoy nerviosísima... asi que mejor termino...

scrach, scrach, scrach....

lunes, 20 de junio de 2011

La visita al ginecólogo...

No hay cosa mas bochornosa e incómoda que visitar al ginecólogo.  En el caso de esta revisión clínica de primera necesidad, ni la naturaleza ni la ciencia fue sabia.  Nos puso todo muy complicado, de manera tal que realmente tengas que estar muy incómoda durante toda la consulta.

Esta reflexión la traigo a la luz a propósito de que hoy, como mujer precavida, hice mi chequeo preventivo, que por supuesto, incluyó revisión ginecológica y mamografía. 

Pero la historia empezó hace mucho.

La primera visita al ginecólogo la hice con mi mami.  Claro, mi mamá estaba aterrada de dejarme con un doctor que me vería los lugares mas recónditos de mi cuerpo a solas.  Con la inocencia de la adolescencia me dejé acompañar por ella pues efectivamente, el mismo temor se había enraizado en mi ser e imaginaba al doctor lanzándose encima mío una vez que estuviera inmovilizada en el sillón ginecológico.

Cambiar la costumbre y evitar a mi mami fue algo absolutamente necesario una vez que el doctor te preguntaba de manera directa si habías tenido relaciones sexuales y como te cuidabas.  Contestar honestamente a esa pregunta delante de mi mami era imposible, así que ideé diversos métodos, que iban desde la visita intempestiva hasta la llamada previa al doctor para que en determinado momento sea él quien echara a mi mami del consultorio.

Lo cierto es que conforme pasan los años y sigues año a año abriendo las piernas ante un desconocido, los temores y las vergüenzas se van disipando.  Que te puedo decir después de dar a luz, donde media clínica te revisa la vagina, especialmente si estás esperando tener un parto natural y tienen que medir tu dilatación (cosa que por cierto pude evitar por las cesáreas).

La depilación brasilera es también una buena forma de agarrar práctica y sentirte menos incómoda ante la clara exhibición de la "Doña".

Para aquellos chicos que no la tienen clara, ir al ginecólogo implica colocarte una batita transparente y encontrarta completa y absolutamente desnuda .  Ponerte en la camilla que te indica el doctor, escuchar la frasecita típica "deslízate bien al borde de la camilla por favor", hecho que es necesario para lograr el ángulo perfecto y colocar una pierna a cada lado, exhibiendo en todo su esplendor aquello que mi mami siempre buscó que conserve cubierto.  Hay algunos doctores que son mas considerados y te van explicando paso a paso que van a hacer para que no te asustes.  La aplicación de la vaselina, algún aparato tipo manguera con el que te ven por dentro, la bendita cuchara que te meten, que no se como se llama, para sacarte la muestra del papanicolau y bueno, la absoluta incomodidad de ver al doctor sentado con la cara precisamente entre tus piernas, mirando fijamente a la Doña.

Pero ahí no queda todo... luego te bajan la batita y te tienen que aplastar las Juanas por todo lado con brazo abajo, brazo levantado, para el lado izquierdo, para el lado derecho y terminan con pellizcón en el pezón para verificar que no emerja ningún líquido indebido.  Disculpen que sea tan gráfica chicos, pero es la única forma de que entiendan esta incomodidad.  Y todo mientras el doctor te conversa de política, el clima o  de literatura.

Hace un tiempito visité un ginecólogo recomendado por una amiga y éste si que encontró la mejor manera de agregar algo mas al bochorno tradicional.  Pues resulta que proyecta a la Doña en una pantalla gigante, mientras te hace todo el chequeo.  Se imaginan el impacto de ver a la Doña, aquella que la mantenemos cubierta, pero que al fin y al cabo no conocemos tan bien -pues se requiere de extremas posiciones para poder verla y ni siquiera del todo-, derrepente ahí, en pantalla gigante, en todo su esplendor... y luego tener que apreciar, no solo sentir e imaginar, todo lo que le hace el doctor a la pobre.  DEMASIADO.  No necesito de la pantalla gigante para nada.

Y les tengo que contar que la cosa se pone peor a partir de los 40, pues ya no sólo te harán el chequeo de las Juanas con la mano sino que pasarás a hacerte la famosa mamografía.  Como explico que, tener que colocar a la Juana, abundante ella, sobre una bandeja, con ayuda de una o un profesional, que la acomoda a su antojo para que encuentre el mejor ángulo, para luego tener que ser aplastada de la manera mas brutal por una lámina de metal que la mantiene inmovilizada, tanto de frente como de costado! que les puedo decir, básicamente que no entiendo como logran tomarse una mamografía mis amigas 32 ó 34 A.

Que cosas tenemos que sufrir las mujeres... al menos a ellos los mandan al proctólogo.  Algún equilibrio tiene que haber no?

lunes, 13 de junio de 2011

Mi Buenos Aires querido...

Buenos Aires es una ciudad hermosa en cualquier momento.  Siempre me viene bien viajar a Buenos Aires, sea por trabajo, sea por paseo, sea por un día, sea por varios. Esta vez tuve la suerte de estar por ahi unos dias en vacaciones totales.  Y me refiero a vacaciones totales porque me fui con mis dos queridas amigas Mónica y Maritza, eso significa que tuve vacaciones de la oficina, tuve vacaciones de mi esposo y tuve vacaciones de mis hijas.  Fueron exclusivamente mis vacaciones. 

Este detalle es importante porque claro, cuando viajo con mis hijas, pues claramente el viaje deja de ser mío y se convierte en aquel cuya planificación gira estrictamente en torno a los intereses de mis hijas.  Por supuesto toca bregar con las levantadas, las cambiadas, los baños, las comidas, siempre mas relajada que de costumbre porque las normas se hacen mas laxas, pero al fin y al cabo soy mamá a tiempo completo.  Me dirán que las vacaciones de pareja también se consideran como exclusivas vacaciones, pero no es así.  Por supuesto que las disfruto en cada momento, las valoro inmensamente y las necesito siempre.  Pero el hecho es que cuando uno viaja con el esposo pues me toca negociar lugares que visitar, oportunidades, horas y las insoportables siestas que Arturo necesita tomar en cada momento...  de hecho no tenemos los gustos exactamente iguales, hay cosas que yo quiero hacer que a él no le interesan y viceversa.

En este caso, la negociación era mínima.  Siempre quedó claro que si a alguna le provocaba un plan distinto al propuesto, pues lo hacía y no pasaba nada.  Por supuesto pre coordinamos las obras de teatro que queríamos ver, llegamos a un rápido acuerdo y encargamos a una amiga que vive en Buenos Aires que compre las entradas (gracias Jekita!).

Y disfruté de Buenos Aires... de sus calles con esta arquitectura tan europea y hermosa, de sus tiendas de botas de cuero, hermosisimas, de varias formas, tamaños, tacos y demás, de Prune y sus articulos de primera necesidad, de sus teatros (fuimos a ver Chicago y coincidimos las 3 en lo espectacular que nos pareció! nada que envidiar a las obras de Broadway!), disfrutamos de su tango, maravilloso y sensual, disfrutamos de sus restaurantes maravillosos de carnes y pastas y por supuesto de sus vinos malbec y sus champagnes y también recreamos la vista con especimenes masculinos muy guapos y elegantes que tienen una flexibilidad en el cuello de niveles impresionantes (que uno esté a dieta no nos impide mirar el menú).

Capitulo aparte merece el "book shopping".  Es que cada tienda del Ateneo es mas hermosa que la otra.  Entro a la tienda y algún espíritu poco juicioso se apodera de mi y termino con una pila de libros para mi y para mis niñas, según yo, a mejores precios que en Lima, pero que no consideran el peso que representarán en mi maleta.  Claro los 7 kilos de sobrepeso en la maleta fueron una mezcla de libros y botas, no le voy a echar la culpa sólo al Ateneo.

Fue delicioso no sentir apuro en ningún momento y poder decidir que hacer en el momento y pasarnos 3 horas en La Cabrera comiendo una carne maravillosa acompañada de cuantiosas copas de vino!  un relax absoluto.  Los cafés y medialunas en los largos desayunos. acompañadas de extensas conversaciones con y sin sentido.

Pero entre toda esta belleza, no pude ocultar mi sorpresa al ver lo sucia que mantienen la ciudad.  Muy descuidada en materia de limpieza.  Era de terror caminar por Florida en la noche después de los teatros pues la cantidad de desperdicios regados por la calle eran de dimensiones impresionantes, agregando además que los restaurantes tiraban la basura y ésta se regaba acompañando a los desperdicios de los transeúntes y ambulantes que han tomado parte de dicha avenida.  Me permitió comparar que al menos mi distrito, no está nada mal en materia de limpieza.  Muchas veces uno no valora lo que no tiene al lado hasta que no hace comparaciones con otros lugares.

También se siente cierto nivel de incertidumbre política.  La Plaza de Mayo tomada no sé desde hace cuanto por los veteranos de la guerra de Las Malvinas, quienes piden se les reconozca algún derecho y que al parecer han sido absolutamente abandonados a su suerte.  Pintas y graffitis en algunos edificios.  Tráfico intensificado por cortes de calle a horas puntas, debido a protestas espontáneas y una realidad política que al parecer, llevará a los argentinos a reelegir a la señora Cristina, al no tener una alternativa de oposición sólida, sino por el contrario, difuminada en varios candidatos (cualquier parecido con la realidad peruana es mera coincidencia)

Con todo, debo declararme una enamorada perdida de Buenos Aires... ciudad muy glamorosa... como mi amiga Maritza...

lunes, 6 de junio de 2011

El día después de ayer

Tengo miedo.  Tengo miedo de regresar a épocas oscuras de terror y de escasez que viví sin entenderlas del todo.  Tengo miedo de quedar atrapada en las fauces de un tirano opresor que sienta que mi país es sólo suyo y que comprará voluntades y hará creer a la población que todo lo que hace es por el bien de todos.  Tengo miedo de no poder decir lo que pienso, de no poder escuchar en la radio y televisión pluralidad de opiniones y aplaudir a los que coinciden conmigo y renegar de los que difieren de mi forma de pensar.  Tengo miedo de volver a ser el país que sale en la prensa internacional sólo a través de malas noticias.  Tengo miedo de ser el país que nadie quiere visitar y de cuyo gobernante el mundo se ríe.

Quiero soñar que mis temores son infundados.  Quiero pensar que mis hijas no pasarán por lo que yo pasé en mi niñez y adolescencia y que las podré mantener a salvo de todo lo malo. Quiero pensar que mi país no puede retroceder porque ya es muy grande, que no puede dar un paso atrás que sólo es capaz de dar pasos para adelante.  Que su gobernante lo guiará por el camino del éxito y no se copiará de monos extranjeros que manejan su país como su patio trasero.  Quiero creer que todos aquellos que apostaron por la "dignidad" puedan seguir sintiéndose dignos de quien nos gobernará. Quiero creer que yo soy la equivocada.


Ayer mi hija de 6 años se puso a llorar con los resultados.  Una niña que absorbió tensiones pese a que traté de mantenerla en una burbuja.  Lloró copiosamente mi reina ¡como si entendiera que pasaba! la consolé explicándole que no pasaba nada, que eran preocupaciones de grandes no de niños, que el futuro presidente también tiene hijas y las quiere como nosotros a ella y que no es un hombre malo.  Esas ideas que le nacieron en su cabecita sin que (¡lo juro!) yo las haya propiciado.

Por ello y por mi otra hija, tienen mi compromiso.  Saldré a las calles a protestar si él se sale de su cauce, se sale de la legalidad, si manipula a la gente, si compra conciencias, si restringe libertades... espero que aquellos que votaron por él, sean los primeros en hacerlo...



(Nota de la autora:  Si se me nota muy trágica cuando generalmente soy optimista es precisamente porque es el día después de ayer y porque estoy con la ruler... probablemente me sienta mejor después)

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