miércoles, 11 de enero de 2012

El Vuelo LAN 633

Ayer el Aeropuerto Jorge Chávez en Lima colapsó.  Los motivos me resultan del todo inciertos, sin embargo, dicen que se debe a la inusual neblina en este mes combinado con la programación de un cambio de radar anti neblina que hizo que se desactivara el que tenían y no conectaran aún el nuevo, por lo que neblina + ausencia de radar= caos.

Tuve la mala suerte de encontrarme en medio de este tumulto con vuelo programado a las 5:45 p.m. para Santiago de Chile.  Usualmente tomo el vuelo de las 8:00 p.m., pero decidí optar por uno anterior que me permitiera llegar a Santiago mas temprano, descansar lo suficiente para estar con todas mis energías puestas en la reunión que atendería.  Así que embarqué en la aventura a mi amiga Mónica y saqué el mismo pasaje para ambas. 

Felizmente no teníamos que chequear equipaje, sin embargo, como no me gusta andar corriendo como mi jefe "La Gacela", llegué al aeropuerto a golpe de 3:15 p.m.  El gentío y el alboroto en los counters fue lo primero que me alarmó llegando; sin embargo, tranquilamente agradecí que contara con mi check in hecho, mi boarding pass y mi maletín de mano, razones por las que sería innecesario mezclarme entre la multitud bulliciosa.  Habíamos, ilusas nosotros, postulado a un upgrade de nuestro pasaje en ecónomica, así que Mónica se cercioró si dicha gestión podría hacerse de manera directa en el gate; en ese momento nos advirtieron de una eventual demora y nos sugirieron no pasar por Migraciones hasta las 4:00 p.m. una vez que nos aseguremos la hora en que eventualmente saldría nuestro vuelo.  Seguimos el consejo, nos sentamos por un café en el 4D y avisamos a La Gacela de la tardanza para que se tomara su tiempo.

A las 4:00 p.m. me introduje entre las multitudes para averiguar de nuestro vuelo.  Recién caigo en consideración de que en todo el momento que ahí estuvimos no se escuchó por el altavoz ningún anuncio de salida, llegada, postergación y/o cancelación de vuelos; y las pantallas, aquellas repartidas por todo el aeropuerto, no resultaban del todo fiables, pero en todo caso reportaban como retrasados, 3 vuelos a Santiago programados en la mañana.

La verdad que la información que te daban en el counter señoritas que pretendian sonreir, completamente alborotadas, despeinadas, con ojos desorbitados, recibiendo gritos y quejas a diestra y siniestra, no nos resultaba muy fiable, así que optamos por pedir a la oficina una llamada directa a Lan que nos condujo al Sumaq y aceleró la partida del jefecito.

Mónica y yo decidimos poner a mal tiempo buena cara, así que con un rico Baileys muy helado empezamos a trabajar en algunos temas pendientes, cuando recibimos la llamada de alerta del jefe que había llegado al counter y recomendaban que fuéramos al gate.  Precisamente en ese instante avisaron de la salida de nuestro vuelo y siendo mas o menos cerca de las 8:00 p.m. nos dirigimos Mónica, Juan José (otro amigo de la oficina) y yo, con rapidez hacia el gate. 

Definitivamente algo sucedía, cuando vimos pasar a "La Gacela" en tremenda carrera, tal y como si escopetas mortíferas le quisieran dar caza.  Inmediatamente motivó que aceleremos - de hecho me hubiera gustado tener esas zapatillitas con patines - y mientras oíamos voces airadas por todo lado, llegamos a nuestro gate.

¡Que tal sorpresa la recibida!  Todo el alboroto estaba en nuestro gate!  Furiosos e iracundos pasajeros de origen venezolano se habían organizado y tomado la puerta de ingreso al avión, de manera tal que impedían nuestro abordaje.  Nunca había presenciado una escena semejante.  Los gritos airados, las llamadas a un gerente (en masa, de manera armónica y coordinada) y tres rechonchos venezolanos colocados como muro de contención bloqueando el paso; otros optaban por filmar la escena y bueno, los 12 pasajeros que fuímos llamados un poco tarde a abordar, a manera de rehenes con impedimento de entrar al avión, mientras mas de 200 nos esperaban adentro.   No entendían razones.  Si hubiéramos visto esa determinación y coraje en el grupo opositor, Chávez no hubiera vuelto nunca a gobernar, pero parece que la energía y el stress lo liberan en ocasiones distintas.  Difícil que comprendan, después de, al parecer, dos días de espera infructuosa y sin respuestas de ningún tipo por parte de Lan, que nosotros éramos también afectados y que precisamente la defensa de sus derechos avasallaban los nuestros.  No había posibilidad de diálogo.  Nos encontrábamos un entrampamiento peor que en diálogo con Santos, el Presidente Regional de Cajamarca, en Conga.

La seguridad iba llegando de a pocos, pero sólo se colocaba en lugares estratégicos sin ninguna decisión de retirarlos del lugar.  Me parecía increíble que unos pocos pudieran paralizar un vuelo usando la fuerza.  De hecho se organizaban en piquetes y advertían sobre lo que pasaba en otros gates para continuar ahí también con el bloqueo.  No sé si se convirtió en paranoia pero una persona afirmaba que los de Lan se habían quitado el uniforme y que fingian ser de otra aerolínea y corre que un grupo se iba para hacer el escándalo por otro lado.

La cara de tragedia de estas pobres niñas detrás del counter, al parecer sin información, sin poder de decisión y absolutamente expuestas al maltrato, creo que es fácil de imaginar.

Lograron llevarnos con disimulo a otro gate donde acto seguido, nos pidieron que embarcáramos por otro gate  mas lejano y que fuéramos en grupos de a dos.  Esto parecía espionaje.  Yo me iba por la izquierda, el otro por la derecha, uno fingía ir al baño, el otro caminaba silbando, finalmente todos pasamos por el gate con la clave 633 y nos subieron a un bus que nos llevó por atrás del avion y nos permitió subir por la escalera trasera.

El avión estaba prácticamente lleno y no sé porque razón, se habían quedado esperándonos a los doce "pelagatos" como luego fuimos bautizados -sin saber que formábamos parte del grupo- por una pasajera que llevaba hora y media sentada en el avión sin explicación alguna.

Por fin terminaba la odisea y aunque tarde, llegaríamos finalmente a nuestro destino y hasta planéabamos relajarnos con una película y un vinito.

Ilusas nosotras.

El avión se encendió, nos dio una vuelta por el aeropuerto y se paró media hora mas sin explicación alguna, hasta que el piloto, con voz temblorosa, explicó que el vuelo se había CANCELADO!!! por razones de seguridad, ya que la tripulación había llegado al tiempo máximo de servicio.  Me preguntó si eso no lo sabían 15 minutos antes! 

Yo eché una carcajada de locos porque la verdad, que me quedaba.  Me paré inmediatamente a tomar mi maleta dispuesta a salir de inmediato e irme a tomar aquella copa de vino aunque en un restaurant limeño en lugar de un cuarto de hotel, cuando percibimos que no había señal alguna de apertura de puerta.  Estuvimos dos horas encerrados en el avión.  Básicamente porque nadie contestaba en tierra y no daban instrucciones de que hacer con nosotros.  Sugerí a Mónica que rompiera el vidrio de la ventanita, al fin y al cabo esa flaca pasaba por ahí sin problema.  Al menos una podría tomarse el vinito, pero no aceptó mi recomendación.  Así que conversando, comentando, harta, aburrida, al cabo de dos horas pude bajar del dichoso Lan 633.

Por fin me regresaba a mi casa.

El caos seguía en el aeropuerto.  La gente estaba tirada en el piso por los pasillos y las escaleras.  las autoridades migratorias no nos permitían salir por el lugar regular.  Una eficiente agente migratoria nos paseó un poco por el aeropuerto pero finalmente nos indicó nuestro destino, cuando anunciaron la posibilidad de la salida de un vuelo a la medianoche.  Pero era demasiado para mi.  Renuncié a esa posibilidad y junto con un grupo de disidentes opté por seguir con el trámite migratorio que nos permitiera abandonar el aeropuerto.  Mi jefe partió rumbo a Santiago y probablemente me traiga tareas a su regreso.

El trámite tardó en total una hora adicional, considerando que el papelito que tenía que firmar Lan para permitir nuestra salida, simplemente se había agotado.  Gracias a la diligencia de un pasajero disidente como nosotros, encontramos un papelito antes de ser llenado que pudo ser fotocopiado y permitió al fin y al cabo nuestra salida.  Llegué a las 11:40 p.m. a mi casa

Y todo esto trepada en taco nueve!


miércoles, 4 de enero de 2012

La soledad del hijo único...

Cada vez mas estoy convencida que fue un gran acierto tener dos hijas y no quedarme sólo con una.  Eso de ser hija única, la verdad no es nada divertido.

Veo a diario a mis hijas entusiasmadas imbuídas en un mundo imaginario donde comparten historias, crean situaciones y personajes, se ríen a carcajadas y por supuesto, a veces pelean; y sonrío con satisfacción.  Tienen siempre posibilidades de generar diversión.  Siempre tienen a la hermana que acompaña, cómplice, complementarias entre si.

Yo no tuve eso.  Y recuerdo claramente mis juegos de niña donde los personajes múltiples tenían que ser representados por mi misma, donde torturaba a mi madre para que participe en aquellos juegos donde necesariamente se requiere mas de una persona y muchas mañanas de aburrimiento, esperando llegue el momento en que me dejen salir a buscar a los amigos del barrio.

Pero es ahora cuando mas falta me hace una hermana.  Ahora que tengo a mi mami enferma con un dolor terrible que sólo logro calmar por breves espacios de tiempo, generándome ilusiones que se desmoronan inmediatamente al otro día, con otra crisis de dolor.  Es ahora cuando siento la necesidad de una hermana o hermano, que esté todo el tiempo a mi lado, procurando alegrarle momentos a mi mami, que podamos compartir los fines de semana cuidándola, que podamos tomar decisiones en conjunto, que nos intercalemos para llevarla al doctor y a la terapia, que ayude a que esta sensación que me abruma ahora mismo se reduzca un poco.

Conozco casos peores al mío.  Lo sé.  Aquellos que tienen hermanos pero parecen inexistentes.  Que a pesar de tener el vínculo genético, no tienen los sentimientos que ello conlleva, por tanto no se involucran en las decisiones, menos aún en las soluciones.  Definitivamente entiendo que ello debe ser emocionalmente mas desgastante que mi situación.

Sólo espero que todo el esfuerzo que mi esposo y yo hacemos por criar a nuestras hijas, para que sientan la importancia de la familia, la unión, de saber que siempre una tiene que estar ahí para la otra, haya calado en lo mas profundo de sus almitas y cuando estemos viejitos, tengamos dos magníficas mujeres decidiendo por nosotros las cosas que ya no somos capaces de decidir por nosotros mismos.  Al menos cuando me pienso de viejita, siempre me pienso de la mano de mi Arturo.  Los dos arrugaditos.  Eso en si ya es una ventaja.


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