Ayer fueron las elecciones
presidenciales en Venezuela. Habiendo
muerto Chávez y habiendo estado Capriles tan cerca de ganarle a Chávez en estas
últimas elecciones, las probabilidades de lograr un cambio en el país eran altas
para la gente positiva como yo. Para los
negativos como mi esposo, no había nada que nos haga pensar que algunos que
votaron a favor de Chávez, teniendo la sensibilidad de su muerte a flor de
piel, pudieran dar un giro dramático en su decisión. Al parecer él tuvo razón. O no?
Tengo queridos amigos
venezolanos. Una vive en Toronto. Pese a tener un buen puesto de trabajo
decidió dejar Venezuela con quien luego fuera su esposo, al sentir que no
tenían esperanzas ni expectativas en Venezuela bajo el gobierno de Chávez. Otro vive en México. Cuando lo conocí vivía en Boston. Un hombre de un amor apasionado por su país,
que no regresa a su lugar natal por el régimen chavista. Otra amiga después de vivir en varios lugares
del mundo, por razones familiares regresó a Caracas, pero cambió de giro
profesionalmente, pese a sus años de experiencia en el sector petrolero, porque
le era imposible hincar las rodillas ante los funcionarios de gobierno chavista
para seguir haciendo negocios. Otra
amiga vive hoy en Argentina y vivió en otras partes del mundo y se da el
trabajo de viajar de donde sea a votar con el ánimo de lograr un cambio en su
país. Otra querida amiga es hija de
Venezolana y sufre por la familia que todavía le queda por allá.
Mi esposo y yo visitamos
Venezuela en el año 2001, al poco tiempo de casarnos. Chávez ya estaba al mando y las divisiones en
el país ya eran notorias, pero de lejos no serían nada comparado con lo que hoy
vive Venezuela. A pesar de haber amado
Los Roques, hermoso archipiélago venezolano.
Hoy nos es imposible pisar Venezuela.
No es un lugar seguro y menos para quien piense diferente.
No pretendo hacer análisis
políticos de lo que pasa en Venezuela.
Hay expertos, muchos, miles, que en este momento deben estar escribiendo
sobre el particular. Lo que quiero es
hacer evidente como el régimen político chavista ha dividido familias. Ha hecho que gente inteligente, brillante y
que pudo hacer empresa en el país prefieran vivir sus vidas en el exterior. En Venezuela no puedes pensar distinto. En Venezuela no puedes tener dinero. Eres discriminado si tienes patrimonio, aún
cuando haya sido tu trabajo el que haya logrado acumular algo a tu favor. Eres tildado inmediatamente de oligarca si no
crees en el Proyecto Bolivariano del desquiciado Chávez, que descanse,
porque no puedo decir en paz y de su
ahora seguidor (IN)Maduro. La policía no te protege si no haces vivas a los
Chavistas. Que te roben, que te insulten
y que te agredan, por fin casi no mereces tener el trato de un ser humano si no
piensas como los Chavistas. Si quieres
hacer negocios con el Estado, mas te vale que seas Chavista y te vistas de
rojo.
Venezuela era uno de los mejores
y mas prósperos países de Latino América.
Hoy es el país de mayor peligro y violencia social. Y lo digo con conocimiento de causa. Un tío mío en el corto tiempo que trabajó en
Venezuela fue secuestrado y golpeado en dos oportunidades. Hoy
Venezuela tiene un decrecimiento vertiginoso, insostenible sino fuera porque
fue bendecido con el recurso natural del petróleo. Imagino que poco o nada de
turismo debe recibir. La escasez en
productos de primera necesidad es inmensa.
Que Maduro haya sido elegido Presidente
es inconcebible. El fraude se huele, se
siente, se ve. Pero a las instituciones
venezolanas no les importa. Maduro ya
fue proclamado Presidente pese a todo y la frustración de estos queridos
amigos, la siento en las redes sociales.
La impotencia de ver que se hace lo que le da la gana al Chavismo.
Queridos amigos, no pierdan la
fe. Ya vendrán tiempos mejores. Saquemos la honda y disparemos al “pajarillo”.
Tengo familia querida venezolana que ya no vive ahí. Ya te imaginas la razón del éxodo.
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