Para tomar determinadas decisiones en la vida, muchas veces entre los factores de decisión, uno toma como referencia las experiencias de terceros, especialmente si se trata de alguien en quien uno confía. Pues efectivamente en mi caso, mi querida amiga Mónica siempre ha sido una referencia para mi en determinados momentos de mi vida, considerando que ella es alguien en cuyo criterio confío; sin embargo, aquí les voy a demostrar con unos claros ejemplos, lo peligroso que es basarse en experiencias ajenas, pues a veces las cosas nos pueden salir al revés.
Y aquí el primer ejemplo, capítulo que denominaré EL EMBARAZO
Vida de Mónica: Mi amiga Mónica y yo nos casamos prácticamente a la misma edad pero con un año de diferencia. Ella se casó primero y decidió irse por la maternidad al poco tiempo. Le creció una pancita moderada, de hecho usaba sus mismos pantalones y sus mismos sacos para ir a trabajar, en lugar de comprarse la ropa tipo carpa que venden para embarazadas, además llevó un embarazo perfecto, sin hinchazones ni cansancios. Por supuesto, subió muy pocos kilos, creo que con las justas llegó a los 9 y salió de la clínica de dar a luz con la ropita que usó 9 meses antes.
Mis reflexiones: Entonces yo me dije: ¡Oh! ¡Esto de salir embarazada no es tan terrible! Mónica no se cuida al comer y no ha subido nada de peso y usa su misma ropa y no le fastidia nada... Esto es un éxito así que ¡me lanzo a la piscina sin temor alguno!
La realidad: Me pasé todo el embarazo con los pies y piernas hinchados, tanto así que me tuve que comprar una talla mas de zapatos por que los míos no me entraban. Me llené de antojos que Mónica nunca tuvo, di rienda suelta a mi pecado de gula y subí 23 kilos en lugar de 9. Por supuesto, ninguna posibilidad de que me entre mi misma ropa previa al embarazo, por lo que tuve que invertir en la talla mas grande de ropa para embarazadas, lo que resultó bastante costoso considerando que usaban tanta tela como para armar un toldo en el Estadio Nacional; y si creí que aquel buzo tan bonito que llevé a la clínica lo usaría para salir de ella, es que no tuve claro que dar a luz no va acompañada de una liposucción y que puedes bajar varios kilos sin bebé y placenta, pero definitivamente 23 kilos no se van con el parto.
Segundo Ejemplo: EL PARTO
Vida de Mónica: Moni no pudo dar a luz por parto natural sino por cesárea. No duele nada, me dijo, de hecho yo pedí al segundo día que me quiten el catéter con el calmante porque me irritaba y me hacía ver sombras, afirmó rotundamente. Además me comentó que al día siguiente se paró y se metió sola a la ducha.
Mis reflexiones: Bueno, mejor me voy por una cesárea si o si, al fin y al cabo no duele nada. Al día siguiente estaré de pie.
La realidad: Me hicieron cesárea también, apenas bajaba el efecto de la medicina, sentía un dolor desgarrador así que me hice mejor amiga del medicamento que me entraba directamente a la vena y no solo no pedí que me lo sacaran sino que pedí un día mas en la clínica con el catéter puesto. Que si me paré inmediatamente? En absoluto! Pedí baño de esponja y cuando me paré de la cama (o mejor dicho me pararon), una enfermera me bañó porque tenía cero capacidad movilizadora.
Tercer ejemplo: LA LACTANCIA
Vida de Mónica: Su momento de lactancia sería el orgullo de la Liga de la Leche. Con una aureola brillante que la circundaba, colocaba suavemente a su niña en el pecho, y esta niña delicada se prendía de la manera perfecta y correcta del pecho de su madre, que además poseía todas las características propias del mejor de los biberones, Avent en dicho momento.
Mis reflexiones: Que momento de tanta ternura es el de la lactancia, perfecta comunicación con tu hija, es un acto natural que fluye de manera inmediata y por instinto. Yo daré de lactar 6 meses como Mónica y de ahí cortaré mi producción, que seguro será cuantiosa como la de mi amiga.
La realidad: El día que traté de dar lactar fue de terror. No tenía la menor idea de como colocar a mi hija y mi capacidad de seguir un tutorial era escasa. Como mis pechos no son precisamente pequeños, me aterraba la posibilidad de que éste, abundante, cubriera en su totalidad la cara de mi bebé y la ahogara, por lo cual mi posición de tensión tratando de separar la nariz de mi hijita de la sobreabundancia de pecho me generaba adormecimientos. El instinto no fluyó en mi hija, quien berreaba como loca pero no agarraba de manera correcta el pecho, generándome un dolor espantoso y provocándome crisis nerviosas. Además el proceso era eterno y cansador y para colmo de males mi producción bastante limitada, por lo que las miles de bolsitas para almacenar leche que me compré fueron utilizadas en muy poca proporción. Mucho envase, poco contenido.
Cuarto ejemplo: EL SUEÑO
Vida de Mónica: agú agú agú, ya se durmió la bebe, perfectamente, en su cuna, sin ningún problema, rápidamente se durmió toda la noche por lo que le daba tregua para que elle durmiera.
Mis reflexiones: salvo que esté enfermita, no tendré que levantarme de noche, es cuestión de que se acueste temprano y en su cuarto.
La realidad: los berreos de mi hija se sentían desde Miraflores hasta La Molina, Mi hija se levantaba cada tres horas pegando de gritos y demoraba muchísimo en conciliar el sueño. Mis ojeras crecían y tuve que acostumbrarme a dormir con el sueño partido. La familia enteraba participaba en los procesos en que a Miranda le venían los terrores nocturnos, que muchas veces se calmaban a las 5 a.m., luego ella dormía a pata suelta y uno se iba para la oficina con pinta de zombie.
Quinto ejemplo: LA SEGUNDA HIJA
Vida de Mónica: Moni se lanzó a los pocos meses a buscar al o a el segundo, para que ellas no se distanciaran mucho. Todo era felicidad, las dos bebés dormían plácidamente y coexistían sin conflicto alguno. Moni seguía trabajando, seguía flaca, no tenía ojeras y estaba peinada.
Mis reflexiones: que buena idea ésta, pero ahora si amiga, no te sigo. No la hago ni loca dos bebés chiquitos, de hecho todavía no termino de desembarazarme y acabo de reintegrarme a la oficina pues...
La realidad: Dos meses después de haberme reintegrado a la oficina, con mi primera niña de tan solo 6 meses que se despertaba en un promedio de 3 veces cada noche, en plena batalla por eliminar los 13 kilos de más que no terminaba de bajar, de manera espontánea y sin aviso alguno, mi organismo con su fertilidad potenciada, le da espacio nuevamente a la maternidad y descubro, después de haber vomitado en una reunión de trabajo, por la Av. Del Ejército y haberme puesto ranitidina en la vena en la clínica por una supuesta intoxicación alimentaria, que estaba embarazada. ¿Quién me dio la pista? ¡Pues Mónica! Quien me soltó la posibilidad de que mi supuesta intoxicación obedeciera a un nuevo embarazo, lo que me hizo hacer memoria y me recordó un momento fugaz de loca pasión y que la posibilidad real existía, me llevó a hacerme el análisis de sangre y ¡¡ahí estaba Lara!!! El resultado fue que cuando Lara nació, yo había subido 21 kilos, las dos se despertaban de manera intercalada en la madrugada, Miranda berreaba peor que nunca, mis ojeras llegaban hasta el piso y no podía peinarme y a veces me era difícil hasta bañarme... Es decir, me pasé dos años enteros embarazada.
Corolario: y como no escarmiento, seguí a Mónica los pasos de comprar un perrito para completar la familia. Es traviesa me dijo Mónica. Yo sonreí. Pues bien, tengo a mi adorado Quispe, un bulldog francés delicioso y enano, pero que hasta el momento, se comió dos sillas de madera de las chicas, que ya las cambiamos, se comió parte de la silla de plástico del escritorio, que sigue mordida, se comió TODOS los tiradores de madera del escritorio, ahora hay de aluminio, destruyó a Pancho el Chancho, que fue sometido a cirugía de alto nivel, rellenado nuevamente con su algodón y hoy ostenta una tamaña cicatriz en la espalda, se comió un cajón de mi cómoda, que ya mandé a remodelar, se comió parte del libro de los 80 años de Graña y Montero, que le di vuelta en la mesa y no se nota, se comió una esquina de la mesa de centro y la otra esquina de la mesa de lado en la sala, cuyo presupuesto ya tengo y está en cola, también está en cola la refacción de una silla del comedor que tambíen se comió y se comió dos de las camitas que compramos para que él duerma, sigue con la segunda cama desmondongada y duerme con las chicas en la cama de ellas, ya no hace sus necesidades por toda la casa, pero aún no logramos que espere el momento en que se le saca a pasear por lo que sigue dueño de un rincón en la cocina que, cuando es utilizado, nos obliga a correr a limpiar y sacar toda clase de sprays olorosos. Ello sin mencionar que se roba el papel higiénico de los baños, le sacó la nariz a Cuerpi, el puerco espín de Miranda y que lo hemos atrapado a tiempo con la mantaraya Alegría en la boca.
Con que novedad me vendrá mi amiga Mónica ahora? Seguro que le haré caso, porque Arturo dice que si lo dice Mónica, es ley!!!